Guatemala, Corazón y Alma del Deporte Centroamericano

Guatemala, Corazón y Alma del Deporte Centroamericano

VII Edición de Juegos Centroamericanos

Guatemala, Corazón y Alma del Deporte Centroamericano, ha sido la escritora de la historia a lo largo de los Juegos Deportivos Centroamericanos es, en gran medida, el relato de la profunda conexión y el liderazgo de Guatemala con el espíritu deportivo del istmo. A lo largo de los años, esta nación no solo ha sido testigo y participante, sino un pilar fundamental en la consolidación y continuidad de este encuentro fraternal.

Desde los cimientos mismos de la Organización Deportiva Centroamericana (ORDECA), Guatemala se erigió como pionera. Los dirigentes olímpicos guatemaltecos fueron los forjadores y protagonistas de ORDECA, alcanzando la hazaña de ser los primeros en montar los I Juegos Deportivos Centroamericanos en 1972. Un logro monumental que, en tan solo quince meses, marcó el inicio de una tradición que, con el aval del Comité Olímpico Internacional, se convertiría en el máximo evento deportivo centroamericano.

La resiliencia guatemalteca se puso a prueba en momentos críticos.

Cuando los Juegos Centroamericanos se vieron interrumpidos en 1981 por el incumplimiento de Nicaragua, y la incertidumbre amenazaba su existencia, fueron los dirigentes guatemaltecos, apoyados por su gobierno, quienes salieron al rescate. Su intervención fue crucial para montar los III Juegos, conocidos entonces como «Juegos de La Paz», entre el 4 y el 12 de enero de 1986. Este acto no solo salvó la competencia, sino que reafirmó el compromiso inquebrantable de Guatemala con el deporte regional.

En tres ocasiones históricas, Guatemala ha sido la sede de estos trascendentales juegos.

La designación para los VII Juegos Deportivos Centroamericanos en 2001 es un claro ejemplo de su liderazgo y capacidad. A pesar de que Costa Rica y Nicaragua declinaron su solicitud inicial por falta de avales gubernamentales, los dirigentes olímpicos guatemaltecos, con el decidido apoyo de su gobierno, solicitaron nuevamente la sede y lograron su realización en diciembre de 2001.

Los VII Juegos Deportivos Centroamericanos en Guatemala 2001

Fueron una verdadera prueba de fuego, superada con creces. El entonces presidente de Guatemala, Alfonso Portillo, lo expresó con emotividad: fue «una prueba, no solamente para los atletas, sino para los organizadores y las autoridades del país que pusieron conocimientos y experiencia al servicio del deporte y la convivencia entre pueblos hermanos».

La preparación fue exhaustiva.

La ciudad de Nueva Guatemala de la Asunción, designada sede el 24 de octubre de 1998, invirtió en instalaciones magníficas que, como la Villa Olímpica guatemalteca, funcionaron impecablemente, brindando comodidades y socialización a los participantes.

La ceremonia inaugural

Celebrada el 24 de noviembre en el monumental Estadio Olímpico Mateo Flores, fue un espectáculo trascendente. Con actos coreográficos masivos, el desfile de las siete banderas de los países y el himno nacional, el ambiente vibraba de emoción. El momento cumbre fue la entrada de la antorcha del fuego centroamericano, portada por el legendario corredor guatemalteco Mateo Flores, quien con su luz, venida desde el sitio arqueológico de Gumarcaj y tras un recorrido de 3,500 kilómetros, simbolizó la unión y la paz.

Estos juegos fueron un éxito rotundo, con una participación récord de 2,155 atletas y 733 oficiales en 27 disciplinas oficiales y 2 de exhibición. El impacto fue «un gran salto cualitativo» para el deporte regional.

Al finalizar, Guatemala se coronó campeona absoluta, liderando el medallero con 364 medallas (142 de oro, 129 de plata y 93 de bronce). La clausura, el 3 de diciembre, cerró este capítulo de gloria, con la entrega de la bandera de ORDECA a Managua, Nicaragua, para los siguientes juegos.

La influencia de Guatemala no se limitó a la organización

La integración de dirigentes olímpicos guatemaltecos en el Comité Olímpico Internacional (COI), como el General Miguel Idígoras Fuentes y Willy Kaltschmitt Luján, asegura que los países centroamericanos estén representados en las sesiones del COI, un factor estabilizador clave para la continuidad de los juegos.

Incluso cuando la adversidad golpeó, el liderazgo guatemalteco volvió a manifestarse.

Ante la declinación de Nicaragua y la devastación causada por la tormenta STAN en 2005, que afectó gravemente a Guatemala y El Salvador, impidiendo la organización de los VIII Juegos de manera centralizada. La ORDECA, en una reunión de urgencia en Guatemala y El Salvador, decidió aplazar los juegos y, posteriormente, optó por un formato regional.

Es en este contexto de crisis que la buena voluntad de dirigentes olímpicos de Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, aseguró la continuidad del evento, dividiendo todas las disciplinas olímpicas de los VIII Juegos. Guatemala fue uno de los países que organizó varias disciplinas en esta modalidad, incluyendo Ciclismo, Pesas, Ecuestre y Tiro.

Y una vez más, Guatemala demostró su liderazgo, alzándose con el primer lugar en el medallero de los VIII Juegos con 195 medallas (103 de oro, 60 de plata, y 32 de bronce).

La trayectoria de Guatemala en los Juegos Deportivos Centroamericanos es un testimonio de compromiso, superación y hermandad. Desde su rol pionero hasta su constante apoyo en momentos de crisis, Guatemala ha sido, y sigue siendo, un faro de inspiración para el deporte en la región.