
La Ciudad de los deportes
El 23 de febrero 2025 se cumplieron 75 años de la inauguración de la Ciudad de los Deportes, ubicada en la zona 5 de la capital, que incluye escenarios donde se han festejado triunfos en competencias individuales y por equipos en eventos locales e internacionales en diversas especialidades, por ello, el 23 de febrero se ha constituido en una fecha especial.
La obra, liderada por el ingeniero y coronel Juan de Dios Aguilar de León y supervisada por el coronel Héctor Chacón Paz, ministro de Comunicaciones y Obras Públicas, tuvo un costo superior a los tres millones de quetzales (una suma significativa para la época) y empleó a más de mil trabajadores. Este proyecto fue iniciado en 1947.
El complejo fue diseñado para albergar instalaciones de primer nivel, que pudieran ser utilizadas para la práctica de diversas disciplinas, como fútbol, atletismo, natación, baloncesto, voleibol y tenis, entre otros.
La Ciudad de los Deportes fue inaugurada oficialmente el 23 de febrero de 1950, con motivo de la realización de los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Este evento deportivo de gran dimensión fue un éxito rotundo y sirvió para proyectar a Guatemala como un país capaz de organizar competencias de alto nivel.
La Ciudad de los deportes, nuestra Fantástica Ciudad Olímpica.
Todo se remonta a 1946 en Barranquilla, Colombia, donde Guatemala ganó la sede para los VI Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1950. Durante el gobierno del presidente Juan José Arévalo Bermejo y la administración del coronel Héctor Chacón Paz, ministro de Comunicaciones y Obras Públicas arrancaron las obras en 1947.
El proyecto comenzó su edificación en un barranco llamado Barranquilla, situado entre la 7ª y 12ª avenidas de la zona 5, conectadas por un puente en el que circulaba el ferrocarril. Fueron 1,000 trabajadores los que realizaron la obra.
1950 fue el año en el que un hermoso acontecimiento constituyó la entrega de las obras que componen la «Ciudad Olímpica Nacional», que por medio de sencillas palabras hizo el Ministro de Comunicaciones y Obras Públicas de aquella época al de Educación Pública, en su calidad de coordinador y que a su vez puso a disposición del Comité Organizador de los VI Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe.
La majestuosidad de las instalaciones, que sin duda son dignas de los más cálidos elogios, hacen por sí solas la fiesta significativa en el corazón de un pueblo que ha de mantener firme e indeleble el recuerdo de tan importante fecha, cuando se plasmaron en realidades tangibles los afanes que durante muchos años centralizaron una ilusión.
Se trata de la obra más grandiosa realizada jamás en Guatemala y no hay más que compenetrarse de los sublimes beneficios que alcanza su proyección, para comprender que seguramente estamos viviendo los días de la más trascendental época en que se fundamenta un futuro para la ciudanía, garantizado por la estructuración de nuestras sanas juventudes.
Grandes y plausibles méritos habrá que reconocer a la fastuosa construcción; pero debemos sumar el que llena con mayores satisfacciones el sentido de nacionalismo, cuando tenemos la alegría de festejar la terminación de un trabajo cuya totalidad, en todos los aspectos, es de guatemaltecos.
Todos los hombres que en una u otra forma trabajaron en la realización de esta gran fábrica, desde los técnicos hasta los más modestos operarios, son hijos de Guatemala; ello también suma méritos que engalanan la fiesta.
Cuatro millones setecientos mil quetzales fueron invertidos hasta la fecha en nuestra Ciudad de los deportes; gran esfuerzo el de un pueblo que sabe prestar su apoyo a las grandes ideas que cristalizan en incuestionable éxito y prodigan sus favores a la colectividad.
La Ciudad de los deportes consta, además del maravilloso estadio, con su anillo de graderías, sus tribunas, sus instalaciones diversas, etc., tiene las otras construcciones cuya moderna arquitectura hace aún más vigorosa la visión fantástica.
El Gimnasio Olímpico, en cuyo interior se alojan cinco mil espectadores para los diversos deportes intramuros; el Palacio de los Deportes, dotado de salones para oficinas, conferencias, reuniones deportivas, juegos diversos, la insuperable pista de boliche, etc.. etc.; la Piscina Olímpica, cuya elegancia y técnica nada tienen que ver y desear de las mejores del mundo; el Teatro al Aire Libre, cuya existencia traza posibilidades insospechadas en la nueva orientación de nuestra cultura; los patios de tennis, etc., todo concentrado en una área de 30 manzanas, por lo que con todo acierto se le ha denominado la «Ciudad Olímpica».
Sencillamente maravillosa resulta la majestuosa visión que ofrece aquella Ciudad
De los Deportes, durante la noche, con su iluminación lujosa, por su distribución adecuada, su proporción y su hermosura.
El alumbrado es, según hemos establecido ya, uno de los mejores del mundo; consta de dos tipos de sistemas: uno para las instalaciones deportivas, con luz blanca y potente y el otro de las calles, tenue y de un color azul verde, cuya delicadeza pone un atractivo más a los alrededores.
La monumental obra sigue siendo motivo de admiración para miles de concurrentes extranjeros.
(«Nuestro Diario», 24 de febrero de 1950).
Tomado del Boletín No. IV, de la Oficina de Publicidad de los VI Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe, de fecha 24 de febrero de 1950.
La Ciudad Olímpica fue Inaugurada
EL PUEBLO ACUDIO EMOCIONADO A LOS ACTOS DEL ESTADIO;
EL NUNCIO APOSTOLICO BENDIJO LAS INSTALACIONES
Entre el júbilo inmenso de los guatemaltecos, fue inaugurada ayer en la mañana la monumental obra de la CIUDAD OLIMPICA, constituida por el Estadio, Gimnasio, Palacio de los Deportes, la Piscina Olímpica, los Courts para tennis y el Teatro al Aire Libre, todo lo cual será parte del escenario de los VI Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe.
La Ciudad Olímpica fue construida en donde antes fuera la hondonada de La Barranquilla.
Con la presencia del presidente de la república, doctor Juan José Arévalo, de los
Ministros de Estado, demás autoridades gubernativas, así como de las del deporte na-cional, se dio principio a los actos programados, llevándose a cabo la bendición del Estadio por el Nuncio Apostólico, quien, entre otras frases, externó la siguiente: «Dios bendiga a Guatemala… Seguidamente desfiló en el estadio la delegación deportiva guatemalteca que participará en los VI Juegos mencionados. Cinco deportistas guatemaltecos abrían la parada, portando cada uno de ellos la bandera nacional; ellos son:
Francisco Valladares, Sergio Alvarez, Juan Anderson, Jaime Escaler y Estuardo Estrada.
Luego el Coro Olímpico cantó el Himno Nacional Guatemalteco, y a continuación los atletas Felipe Orellana, Juan Prera y Francisco Bauer izaron la bandera patria.
El señor Edmundo Nanne, presidentedel Comité Nacional Olímpico, en representación del Ministro de Educación Pública, entregó el pabellón de la república al jefe de la delegación guatemalteca, doctor Ricardo Asturias Valenzuela, quien a su vez se la depositó a Mateo Flores, actual campeón centroamericano y del Caribe, de las carreras de fon-do, y por ende, máximo exponente del atletismo de Guatemala.
El señor Nanne, al depositar el pabellón expresó: «Tengo el gusto de entregaros la bandera nacional, con la completa seguridad de que sabréis defenderla con toda lealtad, entusiasmo, corazón y honor». El mismo citado presidente del Comité Nacional Olímpico, tomó el juramento olímpico al deportismo guatemalteco reunido en el Estadio,
Acto seguido, el Ministro de Comunicaciones y Obras Públicas, coronel Carlos Aldana Sandoval, hizo entrega de las instalaciones olímpicas al titular de Educación Pública, doctor Raúl Osegueda, haciendo uso de la palabra ambos funcionarios, agradeciendo al pueblo en general y al personal que trabajó en las construcciones, el haber contribuido a hacer realidad las mismas.
Por último, compitieron en fútbol dos conjuntos compuestos por un jugador de cada departamento del país, triunfando Ciudad Olímpica: Q.4.200,000.
FIESTAS OLIMPICAS SON ORGULLO LEGITIMO PARA NUESTRO PAIS
Profunda satisfacción patriótica comunica el espectáculo de nuestra ciudad vestida de gala para recibir en su seno, durante los VI juegos deportivos centroamericanos y del Caribe a las delegaciones atléticas de frece países que con el nuestro hacen, por primera vez en los anales del circuito, catorce participantes, seleccionados entre los mejores elementos de su juventud deportiva, y quienes vienen a dilucidar en reñidas competencias de cultura física los galardones del triunfo, y a demostrarnos la pujanza de sus respectivos pueblos.
La fiesta que hoy enorgullece a Guatemala no ha sido preparada sin grandes esfuerzos de buena voluntad e ingentes sacrificios de orden económico, dando lugar a lo que podría llamarse el primer récord de la afición nacional, si se toman en cuenta el escaso tiempo de que se dispuso para preparar como era debido el escenario de las presentes olimpiadas, los retrasos y contratiempos inevitables en esta clase de obras de gran envergadura arquitectónica, cuyo principal mérito consiste en haber sido ejecutadas con nuestros propios recursos técnicos y profesionales, sin que interviniesen proyectistas ni compañías extranjeras.
El gran estadio y las demás instalaciones monumentales, junto con los excelentes trabajos de urbanización que fue preciso realizar en la ciudad olímpica, constituyen por sí solos el mejor elogio para las numerosas entidades que en su ejecución participaron en forma tan asidua como eficiente, enfrentándose animosas a las múltiples dificultades que su desarrollo ofrecía. El mérito, descollante por cierto, no corresponde a ninguna persona o grupo en particular, porque la obra se debe a la conjugación de innumerables voluntades patrióticas.
Así, pues, tan importante resulta la atinada selección del lugar escogido para sede de los juegos olímpicos que hoy se inauguran, como la labor técnica de los ingenieros proyectistas, como la inspiración estética de los arquitectos, como el celo de las oficinas administrativas encargadas de supervigilar las tareas, como la comprensiva cooperación del organismo legislativo que hizo posible su financiamiento, como la eficacia de los talleres y obradores puestos a concurso para el suministro de los materiales, y como, en fin, el contingente magnífico de los operarios y trabajadores de todas clases, desde el maestro de obras o jefe de taller hasta el más modesto peón encargado de abrir zanjas o de acarrear arena. Para todos ellos es oportuno y de estricta justicia un voto de reconocimiento.
Algo más difícil que la obra material del escenario olímpico ha debido ser la obra de organización deportiva.
Nuestro país en donde el deporte y la educación física en general no contó por años y lustros consecutivos ni con la simpatía ni con el apoyo decidido de los gobiernos, no estaba preparado ni con mucho, hace cuatro años, para medir sus fuerzas con otros Estados de la cuenca Caribe, algunos de ellos de mucho mayor potencia económica, otros de mayor densidad demográfica, y otros, en fin de más antigua tradición deportiva o mejor protegida su cultura física por sus respectivos gobiernos o entidades privadas. Casi todo estaba por hacerse en este aspecto de los prepara-tivos, pero quizás el material humano es menos maleable que el material mecánico para forzar su mejoramiento en unos cuantos años; no son suficientes el entusiasmo y la buena voluntad para acelerar la producción de atletas y conjuntos cuya madurez depende del tiempo y de tantos otros factores imponderables.
(Diario «El Imparcial», 25 de febrero de 1950).
Palacio de Deportes, Piscina y Gimnasio
El imparcial, 28 de octubre de 1947
Esta construcción contribuye en mucho al embellecimiento de la capital y se incluyen: el Palacio de los Deportes, piscina olímpica, cancha deportiva, escalinatas, parqueo para vehículos, pérgolas, etc.
El Palacio de los Deportes, una construcción de dos pisos de 30 por 80 metros de superficie. En la planta baja estará colocado el gimnasio, y los salones de billar, boliche y ping pong; en el segundo piso se ubicarán las oficinas de la Confederación Deportiva y del Comité Olímpico, además de un espacio de 30 por 20 metros con baños y dormitorios para alojar a los deportistas antes del desarrollo de alguna competencia.
La cancha deportiva, un edificio de 90 por 50 metros de extensión con capacidad para seis mil espectadores en la cual se llevarán a cabo los eventos de voleibol, básquetbol, esgrima, atletismo, tenis, lucha, box, levantamiento de pesas, etc.
Y lo más importante es que la Ciudad Olímpica es una obra que la Revolución de Octubre ha destinado al pueblo…
La Ciudad Olímpica tiene un significado alto, así como los Sextos Juegos Deportivos.
Los deportistas de Centro América y del Caribe, agrupaciones queridas de sus pueblos, van a tener la oportunidad de medir su fuerza y su destreza en Guatemala, pero a la vez —y sobre todas las cosas tuvieron la oportunidad de darse la mano, de conocerse, de hacerse amigos, de ratificar la fraternidad de los pueblos que viven en esta parte central de América.
Así los Sextos Juegos Deportivos tuvieron un contenido de sana moral, un significado de noble filosofía, que si resucitara Píndaro, el cantor de las Olimpiadas antiguas, compondría encendidos himnos.
Guatemala se sintió honrada con el Primer Congreso Interamericano de realizar el primer congreso de Mujeres por la Paz; con el Congreso de Universidades de la América Latina, y
con la presencia de los deportistas de los Sextos Juegos, mensajeros de los pueblos de Centro América y del Caribe.
(Nuestro Diario, 23 de febrero de 1950).
La construcción de la Ciudad de los Deportes fue un proyecto ambicioso que involucró a numerosos arquitectos, ingenieros y trabajadores.
Hasta hoy, la Ciudad de los Deportes es considerada el proyecto deportivo “de mayor trascendencia” del país y el lugar que ha sido testigo de innumerables historias de esfuerzo y superación.









