
Remo y canotaje
La voz que guiaba sobre el agua
Cuando entramos al Museo del Deporte y vemos este objeto de remo y canotaje, no se puede evitar imaginar el sonido del viento, el movimiento del agua y el eco de una voz firme que guiaba a su equipo desde la popa de una embarcación. Este mes, queremos compartirles una pieza que habla por sí sola: un antiguo alta voz de remo, testigo silencioso de la historia del deporte guatemalteco.
Este alta voz fue utilizado por los equipos de remo y canotaje que entrenaban en el Lago de Amatitlán en la década de 1940, cuando los integrantes del All America Club decidieron formar sus propios equipos para practicar este exigente deporte. Al principio, se usaba en tierra, como herramienta de enseñanza, para que los instructores pudieran dar indicaciones a los remeros que ya estaban en el agua y que no alcanzaban a escuchar solo con la voz.
1945
Con el tiempo, entre 1945 y 1950, este alta voz pasó a formar parte de la embarcación de remo largo 8X, que contaba con ocho remeros y un miembro clave: el timonel. Él era el encargado de dar dirección al bote, guiar los giros y, lo más importante, mantener la comunicación con toda la tripulación. Para eso, necesitaba que su voz se escuchara clara y fuerte entre el ruido del viento y los remos golpeando el agua. Así, el alta voz se convirtió en su herramienta más importante.
Lo más curioso de esta pieza es su material: está hecho de cartón sólido, algo que puede parecer sencillo, pero que en realidad fue muy práctico. A pesar de no ser metálico, este cartón era resistente, duradero y lo suficientemente firme como para proyectar la voz con fuerza. Además, tiene un anillo metálico en la boquilla y en el borde exterior que reforzaba su estructura y mejoraba el sonido. También era resistente a la humedad, algo fundamental cuando se trabaja tan cerca del agua.
Hoy, este alta voz ya no grita órdenes ni se enfrenta al viento sobre el lago, pero sigue teniendo una misión: contar una historia. Es una muestra del ingenio de quienes practicaron este deporte, de cómo encontraron soluciones simples pero efectivas para mejorar su rendimiento. También es un símbolo de cómo el remo fue creciendo en Guatemala, volviéndose cada vez más organizado, profesional y apasionado.
Verlo aquí, en el museo, es una forma de recordar que el deporte no solo se vive en las medallas o los grandes eventos. Se vive también en objetos como este, que hablan de trabajo en equipo, de evolución, y de las voces que, hace décadas, guiaban con firmeza a través del agua.
Te invitamos a conocer esta pieza histórica de cerca en el Museo del Deporte de Guatemala. Una reliquia sencilla del remo y canotaje, pero con una gran historia detrás.



